Hoy al principio de un examen me han aplaudido y yo me he puesto tan roja como cada uno de los regalices rojos gordos que estaba repartiendo. Está científicamente comprobado, les he dicho , que comer un regaliz rojo mientras te peleas con un examen de inglés ayuda a que sea más fácil. Entonces han venido los aplausos y las sonrisas, las gracias, eskerrik askos y thank yous y después el examen, ya sin tantos nervios.
No es difícil marcar la diferencia. O yo, por lo menos, no lo creo. Pero parece que a veces nos cuesta demasiado tener pequeños detalles que de alguna forma u otra la marcan. Dedicar dos minutos de tu tiempo a alguien puede conseguir que ese alguien se sienta importante o se sienta mejor. A quién no le gusta que se acuerden de él. A quién no le gusta que le hagan sonreír.
Ha habido dos cosas en lo que llevo de día, son las 15.40, que han hecho de él algo distinto: un correo electrónico y el aplauso de los chavales, y lo agradezco de todo corazón, sobre todo porque gracias a estos pequeños detalles voy descubriendo qué es lo que de verdad me merece la pena.
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sábado, 13 de febrero de 2010
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