"Hay dos hermanos gemelos. Uno es un tipo exitoso al que le va bien en todo. El otro es todo lo contrario: depresivo, inseguro, fracasado.
La escena de la que les quiero hablar nos muestra en una situación límite: pueden morir. Al notar esto, el gemelo-fracasado le cuenta a su hermano algo que lo estuvo atormentando durante años:
-Cuando estábamos en el colegio, vos estabas enamorado de Mengana. Todo el tiempo le decías que la amabas y no sólo se lo decías a ella sino a quien quisiera escucharlo. Pero yo una vez la escuché hablar de vos…ella no sabía que yo la escuchaba…y se burlaba de vos. Se reía de tu amor…
El gemelo-exitoso miró a su hermano con una mezcla de ternura y asombro y le contestó:
-¡Siempre lo supe! Siempre supe que ella se reía de mi y que me usaba. Pero ¿A mí que me importaba? Yo no era eso. Eso, esa burla, ese desprecio,…eso era ella. Yo era mi amor, y mi amor me hacía grande…"
Gilda MANSO
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