domingo, 29 de noviembre de 2009

POÉTICA

Veo moscas continuamente. Por todas partes moscas: moscas, moscas. ¿Me ven ellas a mí? En todo caso, yo soy sólo uno y ellas bastantes más. Son un ejército. ¿O son muchos ejércitos? Si me ven, ¿sólo me ven a mí o son muchas representaciones de mí lo que ven? Ellas tienen más ojos. Yo sólo tengo dos. ¿Me ven cortado en trozos de forma hexagonal? Moscas, ¿qué veis?
Yo soy más grande que ellas, pero ellas son más. Si se juntaran todas serían más grandes que yo. Y tienen alas. Las moscas vuelan y yo veo a las moscas. ¿Las veo porque vuelan? ¿O sólo vuelan porque yo las veo? Yo no puedo volar.
Por eso extiendo grandes redes de seda ―porque yo tengo varias glándulas seritíferas, y ellas no— y así de pronto entiendo las alas de las moscas que las traen hasta mí, las muchas unidades de visión que no alcanzan a ver mis telarañas, las moscas como moscas, los ríos, las montañas, los otros animales, la luz, Dios. Sin ellas no sería lo que soy. Es probable que algo (animal, cosa) no sería tampoco lo que es si no estuviera yo constantemente viendo moscas, moscas. ¿Vemos acaso sólo lo que necesitamos? ¿Me ven ellas a mí? Moscas, ¿qué veis?
Yo os amo. ¿Me amará alguien a mí? Esta horrible cadena natural no empieza ni termina. Es apremiante mi necesidad de servir para algo. ¿Sentirá esto un erizo? ¿Y un caballo?

¿Y un hombre?

Gonzalo ESCARPA

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